Se va terminando este año, súper particular y del cual nada me queda, nada que quiera recordar. Porque cada cosa que dejó, solo es una lágrimas más, una mueca y angustia. A todo lo que fueron estos 11 meses, en este mes se me rompió el invicto. Ya deje de ser alguien que elude al covid, para pasar a ser alguien que sobrevivió y la verdad que se vuelve complicado. No porque yo esté mal, sino a mí al rededor, todo lo que siempre quise y quiero en mí vida, tambalea.
Hoy, la parte más difícil es la mental (cómo siempre), buscar mantenerse erguido cuando uno solo está en el piso esperando que le hagan la cuenta. Esperando que todo termine de una buena vez, despertarse y que nada de este año haya pasado realmente.
Aunque mucho quiera huir, el presente me persigue y cada vez más, cambiando todo mucho más rápido que un tic tac. En una semana o menos, de un día para el otro todo puede cambiar y como siempre siguiendo mí suerte, es para mal. Siempre que va todo bien, espero el impacto, eso que me deja en el suelo para volver a la meceta de la que hable hace un tiempo. Realmente no esperaba este impacto, lo esperaba para mí, en algo mío y no así como está siendo. No lo vi venir.
Ahora es cuando más cuestiono la fé y no solo por ser contraría a la razón en muchas cosas, sino porque nunca le basta, siempre tenés que estar dando, esperando y la verdad, ya me cansé de esperar. Solo quiero lo que alguna vez fue para mí o al menos me acompañaba.
Hoy no tengo ganas de seguir realmente, solo estoy esperando...
https://youtu.be/oXqbxFUJ7tQ
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