De nuevo atado a la cama, aunque quiera salir corriendo, el impulso me dura hasta la puerta o un par de horas. Y asi, de vuelta a pelear con mis fantasmas, con mí mente.
Todo era más fácil antes de la cuarentena, aprendiendo de vuelta a sonreír con borrón y cuenta nueva. Lo que más me hunde es que no puedo odiar, aunque se lo merezca y ojalá algún día dejé de hablar, ya no piense en eso. Ya sé las respuestas que nunca voy a escuchar, sigo dándole importancia. Aunque ya me hayan olvidado, no te culpo o tal vez si, por darme vuelta. Solo me culpo a mí y ojalá me perdone alguna vez
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